martes, 4 de noviembre de 2008

Lluvia


Noche de lluvia
Llovía, llovía mucho esa noche en Madrid. Lo recuerdo perfectamente, tanto como todo lo demás que pasó durante esas horas, más bien, esos minutos. Estuvimos tomando algo con mis amigos, tenía que madrugar pero le convencí para que viniese a casa, aún no la había visto y no dejaba de recordármelo. “No sabemos cuánto tardaremos en volver a vernos, igual la próxima vez, ya no estoy aquí” fue lo único que se me ocurrió, pero funcionó. No entendía por qué tenía ese empeño, esa necesidad, por qué teníamos que ir a casa… Lo entendí más tarde, cuando se fue, cuando le vi alejarse con el sonido de la lluvia como única compañía.
Todo pasó muy rápido. El sofá, la cerveza, los porros, una película, muchas risas… Se hizo tarde y se tenía que ir. Le acompañe a la puerta y nos despedimos con un gran abrazo y un par de besos. Y de repente, me besó, le besé, nos besamos. Y se fue. Llovía mucho esa noche en Madrid y no estoy segura si mi voz gritó lo suficiente como para que mi mensaje llegara al final del pasillo “¡Llámame!”. Todavía no me ha llamado y yo no me atrevo a hacerlo… “¡Llámame, joder!”. Mientras espero que suene el teléfono, a veces escucho como llueve afuera mientras luce el sol.

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