martes, 9 de diciembre de 2008

Puente a la japonesa

Eso es lo que he hecho, un puente a la japonesa, porque en vez de tirarme a la bartola, he aprovechado para currar, pero claro, tirarme a la bartola es algo muy habitual y necesitaba cambios, jajaja.

Desde la última vez que escribí han pasado muchas cosas. Por seguir un orden, conseguí sentirme en el lugar adecuado en el Encuentro de CIMA, la entrada anteriro se llama omo encoger hasta desaparecer, porque eso me pasó el primer día, el segundo ya parecía una persona normal y el tercero debía parecer hasta interesante, porque tres personas me hablaron, jajaja. Conseguí el teléfono de una de ellas.

También el tercer día conseguí hacerle la entrevista a Iciar Bollaín, después de haberle perseguido cuan psicópata por todo el encuentro, conseguí ue me hiciera caso 5 minutitos. No me extraña que no me hiciera caso, porque era sin duda la persona menos interesante de las allí reunidas. para compensarle por mi pesadez, le hice un broche de ganchillo. Sumo una nueva a mis habilidades con esa herramienta, ahora también sé hacer cámaras de cine. O finge muy bien, o le encantó. Es lo malo de las actrices, que nunca sabes a qué atenerte, jajaja.

A lo que iba, la entrevista. Empezó como el culo. No me quise arriesgar y pregunté cosas muy típicas. Cómo había empezado, que le había escuchado contarlo un día atrás, y qué le motivó para pasarse al otro lado de la cámara. Su respuesta a esta fue contundente: "la he respondido montones de veces, si lo buscas...". Imbécil de mi. Pero bueno, luego la cosa mejoró y pasé a las pregutnas más interesantes. Me dijo que para ser directora de cine tenía que ser muy pesada, creo que demostré que puedo serlo, jajaja. Su consejo como directora fue "insiste",ahí se me escapó una sonrisa+mirada que decía "sabes que puedo hacerlo" y ella me la devolvió. Su consejo como productora fue otra vez "insiste". Otras cosas guays que me dijo es que necesitaba estar rodeada de un buen equipo, lo tengo, y que contara una buena historia, también la tengo ¡yuhu!

Después de eso, me hice la maleta y me vine pá Teruel. Cenita de hermanas y prima, y unas copichuelas por ahí. Estuvimos jugando a ver quien conseguía salir tan fea como yo en la foto que me hice con Iciar, porque salgo fea, pero fea fea. Fea de cojones. Yo conseguí salir todavía peor.

Sábado, domingo y lunes, de 12 a 14 y de 17 a 22. Mi función dar patines, recoger zapatos, dar zapatos, reocger patines... Afortunadamente todos sabéis que no tengo olfato, jajaja. También pude probar la pista y la verdad es que es bastante divertido esto de patinar. deberíamos hacerlo más a menudo.

Después de casi dos meses sin ver a mis amigos y aunuqe no tenía ninguna gana, el sábado fui a cenar con ellos. La verdad es que me hizo más ilusión de la que pensaba. Hay veces, que es como si hubieras anestesiado algunos sentimientos para que no te molesten y afloran de repente cuando son pertinentes. Porque me gustó mucho verlos a todos, aunque hubo ausencias.

Por otro lado, aunque tiene que ver on esto de los sentimientos, ha pasado algo que no voy a contar porque es una estupidez hacerlo pero que me ha hecho pensar mucho, por qué a veces tratamos tan mal a las personas que mñas queremos? por que es tan difícil comunicarse a veces? por que buscar pelea con personas a las que ves poco? por que destrozar la ilusion de la navidad cuando ni siquiera ha empezado? por que? por que?

Y así llegamos al martes. Hoy quería haber ido a la radio, pero mi cama me ha atrapado y no lo he conseguido. Esta tarde iré a Valacloche a ver el bar para el corto y mañana por la mañana me iré a Madrid, que ya toca.

jueves, 4 de diciembre de 2008

I Encuentro CIMA o como encoger hasta desaparecer

Hoy se inauguraba el I Encuentro CIMA "Las mujeres del audiovisual hacia el futuro" y ahí me he plantado yo.

Todo empezó porque Concha, maravillosa profe de Empresa Cinematográfica, nos ha mandado entrevistar a alguien que se dedique a lo que tú quieres dedicarte. Estaba claro, cineasta. Además, por supuesto, debía ser mujer. Y española, claro.

Tres opciones llegaron a mi cabeza, Iciar Bollain, Isabel Coixet y Gracia Querejeta, triste, pero no me sabía más. Gracia, sí bueno... Isabel... me encantaría pero vive en Barcelona... Iciar... a saber donde la pillo. Entonces me puse a mandar meils cuan spam y a buscar información en Internet.

Así llegué a CIMA, una asociación de mujeres cineastas y de medios audiovisuales que casualmente organizaban un encuentro en el Reina Sofia, o sea, al lado de mi casa. Casualmente, Iciar está entre las ponentes. Y volviendo al principio de la entrada, así me he plantado yo.

Me he levantado nerviosa, casi decido no ir. Me he puesto una camiseta de esas que te levantan la moral por lo mona que vas con ella y he ido hacia allí. Primera prueba, ser capaz de decir algo coherente en el control de asistencia, "a escuchar" y "estudiante" han sido mis únicas palabras.

Seguna fase, encontrar un sitio donde sentarme. La mejor opción que se me ha ocurrido, con la gente de prensa y tomando notas ¡como una más!

Tercera fase, cóctel de bienvenido. El objetivo era integrarme, pero he pasado la mayor parte del tiempo pareciendo estúpida y merodeando alrededor de Iciar, buscando el valor para acercarme a ella y pedirle la entrevista. A veces me miraba desde fuera me daba mucha pena, era patética.

Una llamada a Rubén, una copa de vino y una conversación con un periodista después, me he digandoa ser persona otra vez y me he acercado hasta ella. Un encanto.

Tenías que ver la cara con la que me ha mirado cuando le estaba explicando que es lo que quería de ella con esta frase: "nos ha mandado entrevistar a alguien que se dedique a lo que tú quieres dedicarte". Debe molar que alguien te diga que quiere ser como tú, más o menos.

He quedado con ella que le hacía la entrevista estos días, que luego no está. Ya la tengo preparada, así que de mañana, no pasa.

martes, 2 de diciembre de 2008

Cuento de hadas

Érase una vez, una princesa que vivía muy lejos, muy lejos de sus papás, los reyes, y sus amigos, pero era muy feliz porque vivía en un cuento de hadas. La princesa tenía todo lo que se puede tener porque su hada madrina se había quedado con ella, a pesar de que ya había conocido a su príncipe azul y vivían felices y comían felices.

A veces, la princesa se ponía muy triste porque echaba mucho de menos a toda la gente que había dejado en el reino. Su príncipe no sabía cómo consolarle porque a él también le pasaba a veces. Un día la princesa se puso a llorar, después de probar miles veces, al príncipe se le ocurrió llamar al hada madrina para ver si a ella se le ocurría una forma de consolarle.

Después de dejarle llorar durante un rato, el hada madrina le dijo que ya había sido suficiente, que ya no iba a llorar nunca más por eso porque iba a adelantarle el regalo de su próximo cumpleaños. Cada vez que se acordara de su familia o de sus amigos, sólo tenía que cerrar los ojos y entonces los vería, porque, según dijo el hada, cada vez que ella se acordara de una de esas personas, seguro que había al menos otra, acordándose de ella.

Así, la princesa cerró los ojos y vio primero a sus padres, luego a algunos amigos, luego llegaron el resto de familiares y amigos, poco a poco, todos volvieron a su memoria. La princesa se puso muy contenta porque entonces aprendió algo que nunca jamás se le olvidaría, que nunca estaría sola.

Cuchillos

Cuchillos.

Como un cuchillo penetrando lentamente, rasgando mi carne poco a poco. Así me ha sentado tu llamada. Por lo visto, para ti nuestra cita no fue tan horrible, quieres volver a verme y yo no sé qué hacer. Igual me he equivocado, igual me he precipitado al juzgarte, igual esos pequeños detalles que tanto me molestaron no fueron más que la escusa para echarte de mi lado. La duda me rasga, me corroe y ya no sé qué hacer. Te he dado largas. Hemos vuelto a las andadas, quedamos en quedar, pero no nos decidimos por cuando ni donde. No me atrevo, lo siento. Creo que no quiero que me gustes, estoy mejor así, como siempre. Pensar esto es como si mano fuera la que empuña el cuchillo que se me clava lentamente, pero es mejor así ¿no? Es sólo una herida. No quiero saber cuantas eres capaz de hacerme tú.