martes, 2 de diciembre de 2008

Cuento de hadas

Érase una vez, una princesa que vivía muy lejos, muy lejos de sus papás, los reyes, y sus amigos, pero era muy feliz porque vivía en un cuento de hadas. La princesa tenía todo lo que se puede tener porque su hada madrina se había quedado con ella, a pesar de que ya había conocido a su príncipe azul y vivían felices y comían felices.

A veces, la princesa se ponía muy triste porque echaba mucho de menos a toda la gente que había dejado en el reino. Su príncipe no sabía cómo consolarle porque a él también le pasaba a veces. Un día la princesa se puso a llorar, después de probar miles veces, al príncipe se le ocurrió llamar al hada madrina para ver si a ella se le ocurría una forma de consolarle.

Después de dejarle llorar durante un rato, el hada madrina le dijo que ya había sido suficiente, que ya no iba a llorar nunca más por eso porque iba a adelantarle el regalo de su próximo cumpleaños. Cada vez que se acordara de su familia o de sus amigos, sólo tenía que cerrar los ojos y entonces los vería, porque, según dijo el hada, cada vez que ella se acordara de una de esas personas, seguro que había al menos otra, acordándose de ella.

Así, la princesa cerró los ojos y vio primero a sus padres, luego a algunos amigos, luego llegaron el resto de familiares y amigos, poco a poco, todos volvieron a su memoria. La princesa se puso muy contenta porque entonces aprendió algo que nunca jamás se le olvidaría, que nunca estaría sola.

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