jueves, 22 de enero de 2009

Tanto va el cántaro a la fuente

Hay veces que sabes que lo que vas a decir va a sentar mal pero aún así no puedes no decirlo, hay veces que merece la pena comerse una mala contestación que quedarte con las ganas, porque si te quedas con las ganas, tarde o temprano, lo acabarás diciendo y entonces el efecto será mucho peor.

A ninguno nos gusta que nos digan las cosas que hacemos mal o que no hacemos y deberíamos hacer, me pongo yo la primera, pero hay veces que la gente que nos rodea tiene que hacerlo. No te están cuestionando simplemente se trata de un toque, vamos a llamarlo de atención, sobre una situación que no se está desarrollando como debería, o como sería deseable o aconsejable o no sé, no sé como explicarlo.

Con todo esto no me estoy refiriendo a un solo acontecimiento ni a una sola persona, son muchas las veces que he sentido... tampoco sé como explicarlo, una barrera, un rechazo, una mala actitud hacia mi recomendación... Y entiendo perfectamente cada una de esas barreras, rechazos, malas actitudes porque yo he respondido de la misma manera en otras tantas ocasiones. Me he sentido atacada y necesitado defenderme.

De eso es de lo que hablo. De que a veces soy yo la que "ataca" y de que no me gusta la sensación, no me gusta sentir que mis palabras pueden causar ese sentimiento en otras personas, en estos casos siempre cercanas.

Pero a veces no queda más remedio, unas veces porque ya lo has intentado de otras maneras y no ha habido resultados; otras veces, por evitarlo, te has callado, pero cada vez que te callas algo que no te quieres callar, eso se queda, se guarda, y llega un momento en el que sale, rebosa, tanto va el cántaro a la fuente... Cuando me doy cuenta, yo prefiero vaciar antes de que se rompa.

No hay comentarios: