martes, 10 de febrero de 2009

Los Amantes de Teruel

Por si a estas alturas todavía hay alguien que no la conoce, aqui os dejo la leyenda de los Amantes de Teruel, leyenda que todosos turolenses y amigos recrearemos el próximo fin de semana, de jueves a domingo Teurel volverá al siglo XIII.

Isabel y Diego eran dos jóvenes turolenses de familias adineradas, eran de la misam edad y desde muy pequeños habían tenido una relación muy especial. Cuando empezaron a hacerse mayores, el padre de Isabel llamó a Diego para hablar con él.

Según la tradición aragonesa, sólo heredaba el primogénito de la familia y Diego, era el segundo hermano por lo que, a la muerte de su padre se quedaría sin nada. Don Pedro sabía que Diego era un buen chico y que él e Isabel se amaban profundamente, quería que su hija fuese feliz, pero le preocupaba su futuro.

Acordaron conceder a Diego un plazo de cinco años para conseguir riquezas, Isabel le esperaría y su padre no le obligaría a casarse con nadie que ella no amase.

El tiempo pasaba y Diego no volvía, cada vez que había conseguido una fortuna considerable alguna desgracia se cebaba con él y tenía que volver a empezar. Pero e´l no desistía y seguía luchando con toda la ilusión, porque sabía que su amor le estaba esperando.

Isabel, por su parte, permaneció en Teruel, esperando ansiosa las noticias de su Amor y rechazando todas las proposiciones que los hombres adinerados de la zona le hacían. esperaba a Deigo, pues sabía que su amor sería eterno.

Según quien cuente la leyenda, el tiempo que fijaron don Pedro y Diego para que el joven volviera varía entre 5 y 7 años, también varían las peripecias que tuvo que sufrir, en alguna versión incluso se cuenta que Zulema, renia de Valencia, se enamoró de él y lo tuvo preso hasta que consiguió escapar.

Pero sí hay algo en que coinciden, en la última temporada, justo antes de que el plazo venciera, als noticias de Diego empezaron a escasear y constantemente llegaban rumores de que había muerto en combate. Isabel no los creía, o no los quería creer...

Justo el día en que el plazo expiraba, al atardecer, Diego entró triunfante por las puertas de Teruel, se sorprendió del alboroto, de al fiesta que había montada y preguntó. Cuando le respondieron deseó haber muerto en la guerra. Isabel, SU Isabel, Isabel de Segura se había desposado con don Rodrigo de Azagra, señor de Albarracín.

Estupefacto, corrió hasta la casa de su amada, para asegurarse de que aquella tarrible noticia no era cierta, pero lo era. Consiguió hablar a solas con Isabel y ella misma lo confirmó. Había estado esperando durante todo este tiempo, llegaban noticias de su muerte, pero no cartas de su parte, su padre se había cansado de esperar y don Rodrigo era un buen hombre...

Diego le pidió un beso, un sólo beso, un beso que sirviera para calmar su dolor, para recompensar su esfuerzo, un beso...

Pero ella le dijo que no, que era mujer casada, que se debía a su marido y que aunque se moría de ganas por besarle, no podía hacerlo.

Diego le dijo que si no le besaba moriría allí mismo de pena, que su corazón no podría resistirlo, que había luchado contra todo lo que se había pesto en su camino sólo por ella. Isabel era todo cuanto quería, todo cuanto anhelaba, todo cuanto amaba. Isabel era su vida y sin ella, no merecía la pena seguir viviendo.

Ella volvió a decirle que no.

Diego cumplió su amenaza y cayó muerto a sus pies.

Al día siguiente, durante los funerales de don Juan diego de Marcilla, Isabel se acercó hasta su amado para despedirse y le susurró, “el beso negado en vida, ahora te lo doy en la muerte” y cuando iba a levantarse para volver con su familia, cayo muerta sobre él.



Los Amantes recibieron sepultura juntos en la Iglesia de San Pedro y muchos, muchísimos años después, fueron encontradas dos momias en perfecto estado que corresponden a dos jóvenes, hombre y mujer, del siglo XII aproximadamente.



Más tarde se esculpieron los cuerpos de los Amantes en mármol y todo el que quiera puede visitar a Isabel y Diego en el Mausoleo en el que se encuentran.

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